miércoles, 9 de diciembre de 2009

La nuevas provincias del vino.

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San Martín cruzó Los Andes, Sarmiento fundó escuelas y en Mendoza se hace vino. Todo eso lo sabemos bien. Desde chicos.
(En el tema de los vinos habría que agregar a San Juan, gracias a la propaganda de Re-se-ro-blan-co... san-juaniiinooo!).

Lo que tuvimos que ir sabiendo luego, a medida que fuimos creciendo, es que también se hacen vinos en Salta y La Rioja, para el norte, y en Río Negro y Neuquén, tirando al sur.

En Salta, la verdad, es difícil encontrar vino que no sea bueno; será el clima, el suelo, la altura... no sé. Pero tenemos el torrontés que tantas satisfacciones promete darnos en el mundo, y tintos robustos -tannat, syrah... anche malbec!- tan gauchos en la faena, a la hora de domar un patriótico asado.

En las provincias patagónicas -en rigor, del Comahue- se está haciendo un trabajo conjunto interesante para posicionar a la región, con el Pinot Noir y el Merlot como sus exponentes más refinados.

Ahora bien, lo que tal vez muchos aún no saben, es que hay otras provincias donde también se está haciendo vino, y por cierto muy bueno.

En Catamarca, por ejemplo, donde hace un par de años surgieron los Don Diego, unos vinos espectaculares (specially syrah) que casi coquetearon con lo fashion (guarda! que si hoy estás de moda, mañana estás demodé...) y El Deseo (también syrah, fijaos), vinos riquísimos que conocí este año.

Si digo La Pampa, muchos se sorprenderán. Y efectivamente,
Bodega del Desierto sorprende con unos vinos bien interesantes, con un amplio portfolio de varietales donde sobresalen el cabernet franc, el syrah y el merlot.

Finalmente, sepanlón, en Buenos Aires se está vinificando muy bien,
y no hablo del vino de la costa.
Me refiero a AlEste (esta vez no es un jugueteo mío: se escribe así todojunto). Una bodega joven & moderna de la localidad de Médanos, cerca de Bahía Blanca y más cerca aún del mar.

Conocí alguno de sus vinos el año pasado (AlEste Cabernet-Malbec) cuya personalidad me gratificó francamente: bien estructurado, tánico, dulzón, largo.

De manera que podemos cerrar este post con otra máxima de nuestra educación colectiva (lamentablemente, no siempre ilustrada con buenos ejemplos): "Argentina... país generoso."

Al menos, en vinos, es así nomás. Qué bueno.


domingo, 29 de noviembre de 2009

Aglinskas cumple, Rutini dignifica.

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Uno de estos viernes proximopasados fue mi cumple.
Tuve un día ocupado en trámites céntricos y no tenía organizado festejo alguno.

En realidad, sí tenía: comprada & guardada una botella de Rutini Merlot 2005.
Una marca de estilo afrancesado, un varietal bien francés y una etiqueta de francesísimo diseño, podrán apreciar.

Entonces, antes de emprender el regreso a casa, pasé por un "Al queso, queso" y compré una de esas picadas que proponen, bastante interesantes por cierto. Cuál elegí? La "francesa" (claro, las tienen tematizadas!).

Llegué hacia la noche, con lluvia y sin luz.
De manera que no soplé las velitas para no quedarnos a oscuras. Pero celebré una verdadera fiesta con mis nobles invitados: leber artesanal, queso sangre azul, olivas rellenas, jamones y baguettes. Y con los gratísimos oficios del animador principal:
el mencionado Monsieur Rutiní.

Un vino que, en realidad, ya me había prometido repetir desde que lo experimenté en el "Restó" (de la Sociedad Central de Arquitectos, excelente lugar) en un inolvidable menú por pasos (donde el sommelier propone una copa de vino acorde a cada plato).

Rutini Merlot es quizá el más representativo, logrado y mimado de esta línea de vinos de Bodega La Rural.
De estilo francés, como dije, pero a la vez actual.
Frutado, como buen merlot, sin dejar de evidenciar su maduración en barricas.

Si le hubiera dedicado media hora de aireación, él hubiera entregado más.
Pero, una vez abierto, la debilidad venció a la virtud.




miércoles, 11 de noviembre de 2009

The Show After Show


Hace un par de jueves, me presenté con mis rutinas de Stand-Up
en Rey Castro. No les había dicho? Hemos creado un show ("Monólogos del Rey - Humor After Office"") que estamos presentando en Rey Castro todos los jueves a las 19:30hs.
Anda bien. La verdad que anda bien.

Lo que quería contar es que uno de estos jueves vinieron a actuar de público (qué bien les salían las risas; ¡parecían divertidos reales!) amigos que fui juntando en el mercado publicitario.

Cuando terminó la función, me dijeron que iban a cenar al "Norte" y si quería ir.
Les dije que no conocía el "Norte" y que sí, quería ir.

Fuimos.

En la calle Talcahuano entre Córdoba y Paraguay está la famosa pizzería El Cuartito. Mamita! Jueves a las 10 de la noche y no sólo estaba llena... sino que había tremenda cola esperando!
Me hizo acordar cuando era chico, en los setenta, las vacaciones en la Costa. Misma postal.

Bueno, al lado de El Cuartito está el "Norte". Que no disponía de cola pero también estaba bien completito.

El "Norte" es un bodegón. No un "restó", ya que no califica su "decó".
Pero lleno de vida. Y de comida: su menú -escrito a mano y fotocopiado- es interminable. Yo creo que su planta de personal debe componerse de: cocineros, mozos, escribas.

El público era harto variopinto (qué ganas tenía de decirlo así!!!).
Había grupos ruidosos y solitarios silenciosos; parejas en luna de miel y en comezón; porteños, provincianos, holandeses... En fin: un lugar muy movilizador.

Pedimos un menú bien antañoso: Codón pidió Matambre, Sarti y Grippa pidieron Riñoncitos a la Valenciana y yo pedí Hígado alla Veneciana.
Entre todos, previamente compartimos Sardinas con Cebolla.

En cuanto a los vinos (y acá finalmente viene el reason why de este post y este blog): alguien sugirió Estiba I.
Y yo sabía de Estiba I, porque lo venía siguiendo desde que salió. Con recelo, lo venía siguiendo.
Porque no lo había probado, pero ya había juntado un montón de pruebas en contra para el (pre)juicio: que mucha publicidad y prensa, que Bodega Esmeralda (Valderrobles y Rodas; por qué creer que harían algo mejor?) que buen diseño for the gilada en la etiqueta, que logo imitando a Navarro Correas... no, no estaba dispuesto a caer en la trampa.

El único escollo, era que había escuchado buenos comentarios...

Y bueno, deamoslé nomás; este lugar da para probar de todo, pensé.

Pedimos un Malbec primero, y un Cabernet después. Qué buenos! Qué ricos! Qué... gustables para todos!
Un malbec bien malbec; frutadísimo y violetísimo.
Un cabernet más normal, como debe ser (sorprender menos es propio de buen cabernet). Chapeau, Esmeralda.

Amigos: he pasado una noche fantástica. Y perdón Groucho: ha sido esa.

lunes, 26 de octubre de 2009

Y las Gracias? Bien, gracias.

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El miércoles fui a cenar a Chila. Un restaurante bueno, bonito & muy caro. La ocasión lo ameritaba.

Había reservado dos días antes, para las 21:30.

Cuando son las 21:15 llamo para avisar que llegaré unos minutos más tarde (si ahora digo "unos minutos", es porque entonces dije "unos minutos").

El Telefonisto me dijo que en realidad no se puede, porque como seguramente le habrán avisado, las reservas en esa ubicación se respetan hasta las 21:30.

Le dije que realmente estaba yendo para allá, por eso le pedía unos minutos, y que no, no me habían avisado.

Me dijo que como gesto excepcional me iban a esperar (siempre que no me demore demasiado) y que igualmente, yo pienso que sí le deben haber avisado.

Le dije que gracias, que ya llego, y que ya que insiste me obliga a insistir a mí: puedo asegurarle que no, no me avisaron.

Si revisan el diálogo, verán que yo una vez dije gracias. Chila, nunca.
(Como dato complementario, les cuento que llegé 21:39. Es decir exactamente 9 minutos más tarde. Y lo sé muy bien, porque miré la hora en mi celular justo antes de decirle buenas noches al Recepcionisto. Como dato plus-complementario, las mesas de ese sector nunca terminaron de ocuparse).

Pero volvamos hacia donde íbamos.

Como ya mencioné en otros post, yo tengo mi propio bar, restaurante & disco. Por cierto, mucho menos pretencioso que Chila.
Sin embargo, cuando un comensal llama para avisar que llega más tarde... se lo agradezco! Primero porque decir gracias nunca está de más. Segundo porque ha llamado y de alguna manera está reconfirmando su reserva. Tercero, y por sobre todo... porque casi nadie lo hace! Es muy común que la gente llegue tarde, mucho más tarde... o incluso nunca.

Por eso, cuando uno toma la iniciativa -lógica, pero en la práctica tan poco usual- de avisar, no dejo de agradecer. Aunque sea como una forma simbólica de reconocerle que "ha obrado bien". Y acto seguido, obviamente, hablamos y nos ponemos de acuerdo.

Entonces: Por qué se enroscaron con le dijeron- no me dijeron en lugar de no hay problema, gracias por avisar?

Incluso estoy dispuesto a entender que sí hay problema (en cuyo caso buscaré otro lugar, una pena), lo cual no quita que gracias por avisar, de todos modos.
Y lo que no estoy dispuesto a entender es que si les digo, no, no me avisaron, no me crean y pongan ahí el foco de la cuestión.

Bueno, esto es un blog de vinos, así que les cuento: tomé un Mendel Malbec 2007 (aunque en la carta figuraba como 2006) y no, no lo disfruté.

Como todos sabemos, el vino no es sólo el vino.
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miércoles, 14 de octubre de 2009

Francia, Salta & Villa Lugano Tour.

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Hace un par de sábados fue sábado, y a la noche llegó la noche.

Sábado a la noche.
No programa a la vista. Excepto una botella de Arnaldo B. 2004, el gran vino de Bodega Etchart con diseño de Michel Rolland, un famoso enólogo global francés. Un vino que combina la elegancia de Champs Elyseés con los polvorientos caminos de Cafayate.

Entonces me dije: ya que no surge programa, no forcemos nada raro.

Y me fui para Lugano, el barrio que me vio nacer y criar, rumbo a "El Aljibe".

"El Aljibe" hace empanadas. Unas empanadas buenísimas. Hechas con la misma receta desde hace,
no sé... 20? 25 años? Con ingredientes nobles. Con amor,
si se me permite la mariconada.

"El Aljibe" vende empanadas. Y pastelitos. Nada más.
No postres, no bebidas. Ni siquiera algún vino de emergencia: "El Aljibe" no quiere que le rompan las bolas con boludeces. Él hace empanadas. Si te gusta bien, y si no mala suerte.

A mí me gustan. Por eso, pese a que ya no vivo en Lugano, vuelta a vuelta me hago media hora de ida y media de vuelta para llegar a casa con ese paquete de papel blanco atado con hilo.

Como aquel sábado, en que los presenté: "Arnaldo B., ellas son empanadas de "El Aljibe"; empanadas, él es Arnaldo B."

Tendrían que ver lo bien que se llevaron! Esas criaturas de carne,
humita y roquefort hechas con manos santiagueñas y ese vino de malbec, cabernet y tannat amasado con manos salteñas...

Puse canal 950 de DirecTV bien bajito (pasan "Grandes Bandas/Swing") y... nos amamos todos!

Qué momentos!

What a Sábado Night!

Un programa inolvidable que
-como casi siempre ocurre-
si no es planificado, resulta doblemente bueno.


viernes, 2 de octubre de 2009

Cuestión de Etiqueta.


A este vino, hace 10 años que le tenía ganas. Que lo miraba con la ñata contra el precio.

Y si digo que le tenía ganas desde tanto tiempo, estoy diciendo que lo deseaba incluso en tiempos mozos en los que
no sabía casi nada de vino.

Lo que ocurrió es que fue amor a primera vista: me enamoró su etiqueta. Entonces me dije: "Algún día quiero tomar esa etiqueta..."

Porque... vieron qué presentación?
Para mí es el mejor diseño never-ever visto!

Casi siento que, más que un diseñador, esa etiqueta fue bordada por las Damas Patricias de Mendoza, para celebrar el 3 a 0 de San Martín contra el Ejército Realista!

Pues bien, ese día llegó hace poco.
Tenía guardadita la botella, y de repente me dije: "Ma sí, es hoy!" Y me la llevé a Nira, mi restaurant preferido de Canning. Que a diferencia de mi propio Bar, Restaurante & Disco, tienen servicio de descorche (podés llevar tu vino y te lo abren, con el cobro de un módico impuesto).
Para un amante de los vinos, esto es muy -muy!- apreciado.

Hoy además sé que el Altavista Alto es un vino tope de gama de Altavista, bodega cuyos dueños franceses poseen, además de ésta en Argentina, otras cuatro: tres en Francia y una en Hungría.

Un vino sumamente seductor, del mejor estilo francés; con impecable crianza en roble y estiba en botella. Y que ha cosechado los mejores puntajes de la prensa internacional.

Por supuesto que disfruté mucho sus cualidades. Pero debo admitir que, para mí, nada ha superado a su etiqueta. La más elegante, poderosa y atractiva que he visto (y tomado!) hasta hoy.


miércoles, 23 de septiembre de 2009

Blancos y Rosados: Por un cupo para las minorías!

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Hasta ahora, decía (digo) que no tomo blancos ni rosados porque no me gustan y me caen mal.

En realidad, creo que tras esta postura defensiva escondo otra más desafiante: "no tomo blancos ni rosados porque eso es de niñas y yo soy bien varón y juego a la pelota y tomo sólo tinto".

Esto que voy a decir, tiene un único destinatario
(yo mismo):

Dani, ha llegado la hora de abrir la cabeza.
Y las papilas.

De abandonar prejuicios, trabajar sensaciones menos conocidas y explorar esa otra parte del mundo (vínico) que te estás perdiendo.
Porque seguramente te estás perdiendo algo.

Está bien que en invierno "no llama" tanto.
Pero justamente: esta semana empezó la primavera.
Buen momento para cambiar.

Empezaré a probar más blancos & rosados. Aunque francamente me gusten más los tintos.

Y qué?
Muchas cosas alguna vez no me gustaron: el jamón crudo (muy salado), el mate amargo (muy amargo), las aceitunas (muy... aceitunas). Y ahora me gustan.

Así que dejaré de discriminarlos.

Como el verano pasado, que tomé Quara Torrontés y Mounier Rosado (qué cosa: ambos salteños!) y estaban buenos... sí, sí.

Estaban buenos. Claro que sí; cómo no.

Desde ya, acepto sugerencias, recomendaciones, consejos. Muchas gracias.
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jueves, 17 de septiembre de 2009

Cepas de Bandera (Parte I)


Algunos países -un poco naturalmente, un bastante marketineramente- tomaron determinadas cepas y las hicieron "propias".
Las transformaron en cepas-insignia.
Tal el caso de la Argentina, que decretó: "El Malbec soy yo".

Y está bien, ya que todo el mundo coincide en que -si bien su origen es francés- es en esta patria donde encontró "su lugar en el mundo", donde mejor se desarrolló y desplegó sus virtudes (de hecho, es la variedad más cultivada).

Casi otro tanto pasa con la Torrontés, uva verdaderamente autóctona, concebida por cruza de Moscatel de Alejandría con Criolla Chica (se da a full en La Rioja y Salta).

Los wine-futurólogos locales aseguran que, ahora que la Malbec tiene pasaporte argentino, iremos por la Bonarda: una variedad de origen italiano muuuy usada acá para cortes de vinos de mesa, pero que está logrando interesantes criaturas varietales. Dicho sea de paso, es la segunda variedad más plantada.

Bueno: ¿y qué otros países tienen sus uvas-insignia?

Aquí al lado tenemos el caso de Chile, con su misteriosa Carménère.

A mediados del siglo XIX, la plaga del hongo filoxera casi acaba con todos los viñedos europeos. Entonces, a la Carménère se la dio por extinguida.

Hete aquí que, hace unos pocos años (muy pocos), ciertos estudios en genética de la vid (ampelografía) determinan que, en Chile, una uva que se la tenía por Merlot no era Merlot sino Carménère (traída por viejos inmigrantes europeos antes de la filoxera).

Cantadita, vino la sagaz estrategia: "Chile y Carménère, huevón, un sólo corazón!", con el halo de la referida historia de yapa.

Al otro lado del charco, los uruguayos también se agarraron una cepa para sí: la Tannat.

No sé bien sustentados en qué.

Yo creo que en la premisa "No tenemos casi vinos, pero tenemos Tannat". Y el que se deje tentar con esta modesta propuesta, bienvenido sea.
Por cierto, he probado un par... y están bien de bien, bo.

Qué tenemos en otras latitudes del mundo?
En el post siguiente...

Cepas de Bandera (Parte II)


Cruzando the bigger charco, encontramos que Sudáfrica también se ha plantado ante el mundo con lo suyo: la Pinotage, una cepa creada a partir de cruzas de Pinot Noir y Heritage (Pinot-tage!). Y lo dicen nomás: "La Pinotage es nuestra, sólo nuestra!"

Saltando el Océano Índico, llegamos a Australia: isla de grandes desiertos, grandes ciudades y grandes producciones de Shiraz, su carta de presentación ante los wine-drinkers globales.

En realidad, no es otra que Syrah, a la que a ellos han rebautizado Shiraz para... bueno, para reinventar lo que ya estaba inventado desde la Última Cena.

Sus Shiraz rebosan de modernidad: vinos muy maderizados, oscuros y concentradísimos, con etiquetas creativosas y tapas a rosca.

En cuanto a los europeos, yo creo que tienen cepas típicas, pero no insignia: España & Tempranillo, Portugal & Verdelho, Italia & Sangiovese, Alemania & Gewürtztraminer, Francia & Todas.

En parte porque eso de la "cepa de bandera" es un recurso de posicionamiento del MKT moderno, de los vinos del Nuevo Mundo.

Y, también, porque en el Viejo Mundo hace mil
años que se dedican silenciosamente a crear blends irrepetibles, y no necesitan -ni quieren- andar etiquetando porque sea la moda de este joven siglo.


Bueno amiguitos, los dejo.

Y no olviden que, en cualquier lugar, una copa diaria de noble vino hace bien al corazón. No dejen de cuidarse!

viernes, 4 de septiembre de 2009

Land of Hot Dogs, Coca-Cola and... Buenos Vinos!

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En mis tiempos de adolescencia experiencial, solía espetar
muy suelto de cuerpo:"y... los yanquis de vinos no saben naaada!!!".

Hoy, con algunos años más y unas cuantas patoterías al dope menos, puedo decir de los hijos de Lincoln que: si hay que hacer películas de Jóligud, las hacen bien; si hay que hacer Budweiser, la hacen más o menos (pero la venden bárbaro). Y si hay que hacer vinos -perdón por lo que van a escuchar- los hacen bien. En California, en el Valle de Napa en su gran mayoría.

Mi primo vive allá hace 20 años, por lo que vuelta a vuelta ligo algún ejemplar de regalo. Y nunca ninguno me defraudó.

Lógicamente, son vinos del llamado estilo "Nuevo Mundo" (los elaborados por EE.UU., Chile, Sudáfrica, Australia, en contraposición a los "Viejo Mundo" de Francia, España, Italia, Portugal).

Los "Nuevo Mundo" son vinos que priorizan la varietalidad, la fruta, la madera; los sabores impactantes y colores intensos.
Los "Viejo Mundo" valoran más el trabajo del enólogo en los blends, y antes que el impacto inmediato en los sentidos buscan sensaciones más sutiles que no traicionen el ADN del terruño ("terroir").

Para el mercado mundial, los vinos argentinos pertenecen a la categoría "Nuevos", ya que nuestros productos de exportación cumplen mayoritariamente con ese estilo, que es el más demandado.
De todas maneras, hay una gran tradición local de vinos estilo "Viejo", sobretodo por parte de bodegas históricas fundadas por inmigrantes europeos (López, La Rural, Graffigna, etc, etc, etc...).

Me fui un poco por la parra...

Volviendo a los vinos de California, decía: todos me gustaron. Está bien que alguien ya se había tomado el trabajo de preseleccionarlos por mí, no?

Tal vez ninguno fue el mejor que tomé en mi vida, pero todos estaban muy bien.

Me acuerdo de uno que era de una bodega de Francis Ford Coppola, que tenía una etiqueta hermosa: dos columnas doradas y un telón bordó entreabierto que dejaba ver una pintura de los viñedos.

En la Pascua de este año, que tuve la suerte de pasar allá, también probé unos cabernet y merlot muy ricos.
Y hasta un blanco muy intenso, con mucho roble, casi ahumado.

Moraleja: a no ser puristas-nacionalistas-antiimperialistas.
Si alguna vez van para Los Ángeles, presten atención. Entre los estudios de cine y Disneylandia, tal vez valga la pena detenerse en alguna bodeguita.
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miércoles, 26 de agosto de 2009

Qué onda el decanter?


Tengo uno. Un decanter que me regaló mi amigo FJD. Y lo uso. No siempre, pero lo uso.

El decanter sirve, básicamente para dos cosas: Para dejar la borra en la botella, al trasvasar el vino, y para oxigenarlo.

La primera de las funciones casi no se justifica. Es muy ocasional estar ante un vino que requiera separar el cuerpo del alma; y aun en ese caso basta servirlo con cuidado y listo: vino en las copas, sedimento en la botella.

La segunda ya tiene beneficios más ciertos: el vino necesita del contacto con el aire para "abrirse" y desplegar todas sus virtudes guardadas. Esto que parece wine-sarasa-sarasa-top, puedo certificar que es así, francamente se nota la diferencia.

El tema con el decanter es que nunca deja de lucir como algo anticuado: uno lo trae a la mesa y parece el Conde de Transilvania dispuesto a disfrutar un añejo merlot RH positivo.

Además, si no hay botella en la mesa, se está privando a los invitados de información básica: qué están tomando (y no alcanza con referirlo al principio: ¿no les pasa que cuando beben de una copa le pegan una miroteada a la etiqueta? Es casi instintivo!).

Por último, pienso que hay mucha dedicación de las bodegas en el diseño de sus botellas y etiquetas. Creo que no hay que menospreciarlas. Es más: forman parte del disfrute.

Así que, amiguitos... no sé. No tengo opinión definitiva acerca del decanter. A lo que se suma un eterno misterio que me hace fantasear con un simposio de enólogos, maestros cristaleros y amas de casa para resolverlo: ¿Cómo cornos se lava?

miércoles, 19 de agosto de 2009

Propuesta Hot: Vino Caliente!

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La única vez que había probado vino caliente fue en Austria. Ya sé: dan ganas de decir "peroandalareputaquetepariooó" y dar por terminada la lectura aquí mismo.

Déjenme aclarar: estuve un año como estudiante en un colegio lituano de Alemania (casi digo "Alemania Federal"; hubiera deschavado mi edad del hielo...).

Un recuerdo casi intrascendente. Ahora me doy cuenta que Madame Felicidad llamó a mi puerta y yo, que era un adolescente boludón, no sé... habré tenido los walkman puestos y no la atendí. Imagínense: invierno, noche, fiesta popular en las calles de Salzburg, vino caliente... y yo seguramente hubiera preferido un paquete de papa fritas con Koka-Kolen!

El caso es que hace un tiempito me crucé en internet con una receta para preparar este típico brebaje europeo (nórdico, para ser más precisos).
Me dieron ganas de conocer qué es lo que había tenido en mis manos.
Me dieron ganas de beberlo. Me dieron ganas de hacerlo.
Y lo hice, hace un par de meses, en casa con amigos.

Se me antojó un decreto: "El asunto se sirve y toma afuera. Quien quiere salir, que salga".
Salieron todos. Hacía un frío de esos que extraen lagrimillas de los ojos. Pero nunca olvidaré la sensación de aliento escarchado por fuera y lava ardiente y lujuriosa fluyendo por las venas.

No desesperéis, caros lectores, que hay para todos!

Aquí les paso las recetas. Porque en realidad son dos: Una standard y otra full-full maxiturbo. Yo preparé la full, pero ocurre que -como son tantos ingredientes- traiciona: uno nunca se decide a hacerlo. Antes que no-hacer el full, bien vale hacer el fácil, que no debe estar nada mal. Anoten (o impriman):


Glög (para 12 personas):

- 1 botella de vino tinto (de buen cuerpo).
- 1/2 bot. de vino blanco dulce (cosecha tardía).

- 1 vaso de vermouth dulce.
- 1 cucharada de bitter Angostura.
- 1 vaso de acquavit o ginebra.
- 100 g de pasas de uva.
- cáscara de una naranja.
- 10 g de cardamomo bien machacados.
- 2 clavos de olor.
- 2 ramas de canela.
- 1 cucharadita de jengibre en polvo.
- 200 g de azúcar.
- 200 g de almendras peladas.

Poner todos los ingredientes -excepto el alcohol blanco, el azúcar y las almendras- en una cacerola esmaltada. Mezclar bien y dejar por lo menos 12 horas para que los sabores confluyan entre sí. Colocar sobre fuego vivo, revolviendo con cuchara de madera hasta alcanzar el punto previo al hervor. Retirar y añadir el azúcar y las almendras. Al final incorporar el acquavit o la ginebra, Servir caliente (bueno... para eso lo hacíamos!).


Gluhwein (para dos personas):

- 1/2 botella de vino tinto.
- 2 clavos de oolor.
- 2 cáscaras de limón.
- 2 cucharadas de azúcar.
- 1 rama de canela.

Insertar los clavos de olor en las cáscaras de limón. Mezclar en el fuego con el azúcar y la canela hasta que el azúcar se derrita, revolviendo cada tanto con cuchara de madera. Añadir el vino y seguir revolviendo hasta el punto previo al hervor. Retirar del fuego, sacar la canela y la cáscara de limón y servir.


Volviendo a aquella fría noche en casa, les comento que, además de caliente, este vino resultó una experiencia increíble y exóticamente deliciosa. Nosotros éramos amigos de siempre reunidos para pasarla bien (cosa que cumplimos con creces). No querría conocer los efectos que esta pócima diabólica es capaz de producir en veladas con alguna intención non-sancta.

Bueno, sí. Querría.


miércoles, 12 de agosto de 2009

Ma qué birra ni champán: Pizza con Vino!

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Probaron acompañar la pizza con un buen vino? Les puedo asegurar que no hay nada mejor. Acá estamos muy acostumbrados al combo pizza+cerveza, pero... hagamos un ejercicio de libertad: si nos gusta la pizza (porque a todos nos gusta) y nos gusta el vino (por algo acá estamos)... deamoslé nomás!!

Yo hace varios años que disfruto este maridaje (palabreja de la cual aún no tengo una opinión formada; lo que indicaría que, en el fondo,
no me va). Y creo que es una de las combinaciones más acertadas.

Particularmente me gusta el tinto; pero pienso que bien acepta blancos y rosados. Además -entre nous- que haya pizza y uno pele copa de vino... queda muuuy snob.
O no?

Más allá de estas frívolas minucias, vean cómo cambia el cuadro:
de una muzzarella con cerveza a una pizza de hongos con Pinot Noir. Cuántos casilleros avanzamos?
Es otra cosa.

Y lo bueno, además, es que para tres porciones de pizza un argentino necesita dos tubos de birra, mientras que casi me atrevería a decir que una sola, discreta y cómplice copa de buen vino se las rebuscará para convertirse -ella solita- en la compañía perfecta.
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jueves, 6 de agosto de 2009

Leyendo a Brascó.

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Miguel Brascó –seguro que, al menos, les suena- es el referente número 1 del periodismo de vinos en la Argentina.

Tiene o tuvo programas en cable que no vi. Y sacó algunos libros (incluso no-de-vinos) que aún no leí. Pero hace rato lo conozco porque siempre me cruzo con artículos de su autoría en infinidad de publicaciones de vinos, de gastronomía y hasta de interés general.

El otro día me acercaron una guía de vinos argentinos donde comprobé que los autores copiaban su estilo. Y eso, la verdad, me indignó. Me molestó mucho, porque… YO quería copiarlo!

Brascó debe saber de vinos. Debe saber de la vida. Pero lo que está clarísimo para mí es que sabe escribir muy bien. Mejor aún: muy lindo. Porque es sumamente original y entretenido.
Va un ejemplo, para que sepan de qué estoy hablando:

En su Guía de Vinos (en co-autoría con Fabricio Portelli) dice del cabernet sauvignon de Finca La Anita: “...un tinto para tomar en el momento y el lugar en que todos están serios, las señoras están serias, los varones nacionales están serios, nadie toca a ninguna por debajo de la mesa…”

Se dan cuenta? Está calificando un vino! (y de hecho, el puntaje que le otorga es sobresaliente).
Pero en lugar de decir que es un vino tradicional, para disfrutar los atributos de esa clásica variedad de manera casi introspectiva… dice lo que dice!

La palabra “maestro” está muy bastardeada. Si yo le digo “Maestro!” a Brascó, tal vez suene casi berreta. Posiblemente él prefiera saber (o mejor aún, no saber) que el no es mi maestro, sino que hace rato estoy siendo su alumno...

Para finalizar: la guía la recomiendo desde todo punto de vista. En mi mesita de luz descansa un ejemplar y todas las noches leo un par de versículos.

Maximizando a Brascó.


Ya que hablábamos de este muchacho, Brascó: el otro día, webeando por Internet, encontré sus “10 máximas” sobre el vino. Al igual que los buenos vinos, qué mejor que compartirlas:

1- “Para tomar vino no hay que saber nada.”

2- “No te dejes impresionar por lo que dice la gente acerca del vino. Nadie sabe nada.”

3- “El mejor vino es el que a ti te gusta.”

4- “El vino no se habla, el vino se toma.
Es un elemento de la mesa, no para degustar.”

5- “El vino en la comida mejora el placer del comer.”

6- “Ni el vino tiene que ser más fuerte que el plato, ni el plato tiene que ser más fuerte que el vino.”

7- “Hay que probar varios vinos, para irse formando una experiencia. Escoge uno y prueba todas sus versiones para comparar.”

8- “Si sabes comer, sabes cocinar, entonces por naturaleza buscarás el vino adecuado.”

9- “El vino te levanta la vida.”

10- “No hay vinos, hay botellas. No hay botellas, hay copas.
No hay copas, hay situaciones. No hay situaciones… hay compañías.”


domingo, 26 de julio de 2009

La delantera del Sub-10

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Hace unos pocos días, alguien me preguntó cuáles eran, para mí, los mejores vinos de menos de 10$.

A priori, no pude dejar de reflexionar que, bueno... si me lo hubiera preguntado hace un tiempito (no tanto) había opciones para formar un buen seleccionado. Una formación imbatible, desde el arquero hasta el último wing.

Lamentablemente, muchos de esos vinos hoy juegan en otra liga (la de 10 a 20, digamos) por obra y gracia de una inflación que oficialmente no tenemos. Pero...
... "la única verdad es la realidad".
Y las verdades de La Rosada no siempre son las realidades de Doña Rosa.

Entonces, volviendo a lo nuestro, lo más probable es que:

1) Pese a la pálida sigamos con ganas de disfrutar un buen vino.

2) El billete que teníamos en el bolsillo siga siendo de 10 pesos.

3) Quien me hizo la pregunta siga esperando su respuesta.

Tengo que reconocerlo: la consulta me obligó a hacer un "cosmovino investiga", ya que me agarró un tanto desprevenido.

Justo este sábado (el que acaba de pasar) estaba invitado a una cena en lo de mi ex-jefe y actual-amigo Carlos (uruguayo por nacimiento, venezolano por migración y argentino por descarte).

En lugar de llevarle un vino de 100 pesos y quedar como un duque, llevé 100 pesos en vinos de hasta 10 pesos y quedé como un impredecible. Hasta que expliqué lo que necesitaba y los puse a trabajar (total, conociendo a los invitados, sabía que nadie se declararía en huelga ante la faena).

Fueron quince botellas, seleccionadas según un índice más o menos confiable: el de mi mano. Los compré en Jumbo, con unilateral criterio, antes de rumbear para lo de Carlos.

La mesa de la cocina anfitriona se convirtió en un laboratorio enológico, y a su alrededor se llevó a cabo un apasionado simposio.


El objetivo fue que, de esa short list de 15, surgieran 5 elegidos. Que enumero a continuación, aclarando que no es un podio con orden de mérito, sino una delantera ganadora. Como esas delanteras de 5 que había antes, cuando el fútbol argentino tenía menos sed de euros y más hambre de goles.
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La formación es la siguiente:
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- Traful, de Bodegas López ($7): vino honesto que hace honor a la tradición de su bodega.
- Tocornal, de Concha y Toro ($6,50): franco sabor frutado, muy muy tomable.
- Pequeña Vasija, de La Rural ($9): vino bien entero sin caer en alcoholosidades.
- Fina Beltrán Duo, de Zuccardi ($9,90): agradable y suave; casi demasiado suave.
- Pont l´Eveque, no acusa bodega ($7): este lo impuse yo. Me impactó ese halo vejardo que me transportó a una pulpería (nunca estuve en una pulpería, pero... me transportó!).

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Como dicen en todas las elecciones de reinas & misses, la elección no fue simple. Probablemente el dios Baco no sea argentino, pero está claro que a nuestro país le ha dado bendición preferencial. Tenemos buenos vinos!
Los tenemos incluso bajo los 10 pesos! Un europeo lo envidiaría de verdad.

La reunión siguió luego según lo programado originalmente: margaritas (Carlos también fue mexicano); tacos, frijoles, guacamole y otras tantas chingadas; cerveza fría para apagar el fuego; degustación de rones venezolanos. Entenderán los lectores del blog por qué necesité 48 horas antes de transcribir los resultados de aquella cata...

El estudio se hizo sobre una muestra de vinos tintos exclusivamente. Además de las mencionadas, las otras marcas que participaron fueron: Los Quiroga, Carcassonne, Colón, Suter, Concha y Toro Reservado, Astica, Goyenechea Clásico, Valderrobles, Aberdeen Angus, Santa Isabel. Gracias Ana María y Carlos por la velada!

lunes, 20 de julio de 2009

El Vino no es una bebida.

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Podría empezar diciendo que el vino es una ceremonia.
Pero no lo voy a hacer porque es un lugar muy común.

“El vino es un lubricante social”, le escuché a mi prima
que lo escuchó nosedónde.

Claro que sí: el vino hace que en una reunión las relaciones fluyan con más fluidez (no voy a decir “valga la redundancia”, no y no; nunca!).

Que se conozcan los desconocidos. Que conozcamos cosas desconocidas de quienes creíamos conocer.

Es un buen diluyente: de caretas, de armaduras, de posturas.
Derriba defensas, pero nos deja más fuertes porque descubrimos
que ya no las necesitamos.

El vino hace al otro y a sí mismo más interesantes, lo que deriva
en conversaciones harto mejores.

Incluso, está comprobado, produce enamoramientos.

Da paz, sabiduría, respeto. Eleva.

Y encima, como yapa, hace bien al corazón, al cerebro, a la dermis
(es antioxidante).

Obvio, algún abstemio amargo saldrá a decir que también es malo.
Pero somos grandes, y sabemos que todo es según la medida:
el agua de mar también cura las heridas; sin embargo a Alfonsina
le hizo mal.

El vino es muchas otras cosas que ahora no vienen al caso:
una industria, un fundador de pueblos, un cristalizador de identidades,
un generador de valor agregado, una carta de presentación al mundo,
blablablá (pero un blablablá que no es poca cosa).

Finalmente (y acá viene lo que quería decir)… el vino inspira.

A mí me ha inspirado la creación de este blog. Humilde blog, que no
pretende ser el mejor. Más bien puede reconocerse como el peor.
Pero no importa.

Aquí está, a disposición de todos los que sienten que el vino no es
una bebida y nada más (para eso están el agua, la cocacola y el naranjú).

Y también para quienes no les gusta pero les gustaría que les guste:
veremos qué podemos hacer por ustedes.

Desde ya, gracias por vuestra atención. Hasta los próximos post.
I sveikata!

(“I sveikata”? Bueno, sí: significa “a la salud”, en lituano. Suena lindo, no?)


jueves, 16 de julio de 2009

El Top-3 de mis mejores Wine-Experiences (Part I)

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Hagamos una salvedad de rigor: La evaluación de un vino siempre es subjetiva.
Si no fuera así, con cargar los datos que brinda el enólogo a un programa de computación obtendríamos la calificación precisa.
En milésimas de segundo.

Hagamos dos salvedades de rigor: No sólo juega la subjetividad de uno, sino muchas otras variables circunstanciales: cómo fue guardado ese vino hasta el momento de abrirlo, cómo fue servido, el estado de ánimo que teníamos, la compañía, la ocasión, el lugar, el entorno, el clima … en fin.

Todo eso influye en ese vino que tenemos en esa copa.

De manera que, aquí, no voy a decir cuáles (según mi juicio) son los mejores vinos, sino cuáles fueron (según mi memoria) los más disfrutados.

Comenzaremos por el tercer puesto: compartido por dos vinos diferentes, en dos años diferentes, en una misma ocasión: Nochebuena.

La del 2006, con un Nina Petit Verdot de Bodega San Huberto.
Y la del 2007, con un Grand Callia (blend de Syrah, Malbec, Merlot y Tannat) de Bodegas Callia.

Noche de paz, noche de amor, qué tremendos vinos, oh Señor!
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El Top-3 de mis mejores Wine-Experiences (Part II)

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En el segundo puesto:

Cena-inauguración de la terraza cheta con amenities (parrilla, cañas, ducha, sillones) de mi amigo Charly (hoy clausurada por la burocracia consorcista).

Llevé dos vinos: uno para tomar, y otro para que le quede. Al primero lo elegí con esmero y le puse un billete. Al segundo no le puse ni cuidado ni un peso:
lo manoteé de mi Bar, Restaurant & Disco. Un Terrazas Malbec, que no conocía ni pensaba conocer. No iba a ser un gilastrún más cayendo en la trampa marketinera de Chandon…
Pero, para regalar, cumplía.

Tomamos el vino-jamón-del-medio que, miren qué cosa, no recuerdo cuál fue.
Vino que, para cuando la velada terminaba, se había terminado.

Entonces miramos hacia el banco de suplentes: sale una botella de nosecuál, entra una de Terrazas.
Así nomás, sin elongar ni nada. A cumplir con una copa, en tiempo de descuento, antes de la despedida.

Ese día descubrí que Chandon, además de buen marketing de vinos, tiene buenos vinos. Y que una botella de Terrazas te puede retener una horita más en la ídem, aunque sea en medio de la semana y al otro día haya que ir a trabajar.
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El Top-3 de mis mejores Wine-Experiences (Part III)

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And the winner is…

Hacía poco que habíamos inaugurado nuestro Bar, Restaurant & Disco (porque no soy yo solo; somos tres). Y un día, no sé cómo, el gerente o supervisor o jefe de algo de Chandon nos cursa una invitación para que vayamos a cenar al Chandon Bar, que en paz descanse (el bar, no el tipo).
Hacia allá fuimos, con nuestras respectivas, previa escala técnica en una Shell donde me aprovisioné de habanos cubanos que seguramente les habían quedado del 1 a 1.

Chandon Bar estaba en Puerto Madero. Para mi gusto, un tantico demasiado sobrio, demasiado minimalista, demasiado tecno. Que sin duda, era como debía lucir un bar Chandon para seducir clientes Chandon. Pero bueno, sí: estaba lindo. Claro que sí.

Entrada: ostras frescas, que gozamos con nuestras mejores caras de asco.

Plato principal: Bueh, no sé… éramos seis! Además no viene tan al caso.

Vino: Esto sí viene al caso. Como es habitual, me honraron con la responsabilidad de elegirlo.

Repasé la carta y me tildé en una marca (hasta entonces, para mí) desconocida: “Q”.

No una palabra. Ni siquiera una sílaba. Sólo una letra!
“Q”.
Cabernet Sauvignon, de Familia Zuccardi.
Mamita! Qué vino!
Qué-Vino-Pordiós!!

Por fin pude sentir eso que las revistas de vinos describían y a mí me desesperaba no entender: Chocolate, cuero, especias… Todo lo bueno de este mundo estaba en esas copas.

Postre: Pedimos la cuenta.
El camarero, en vez de un ticket, trae un mensaje: “Los señores están invitados”.

Qué vino, qué noche, qué magia!
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miércoles, 15 de julio de 2009

Vin de Tablas.

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No sé si sabían: el año pasado incursioné en el mundo del Stand-Up.
Es ese subgénero de las artes dramáticas, en el cual el comediante (tal su traducción al español) monologa acerca de sus observaciones de la vida.


(Vieron esa películas yanquis donde hay un club -preferentemente, en un sótano- con mesitas con veladorcitos y un escenarito con un tipo al micrófono? Bueno, eso.)

Sus temas son de lo más diversos: la actualidad, la existencia de Dios, las técnicas para atarse el cordón de los zapatos... Eso sí, hay un común denominador de hierro: tiene que hacer reír.

Y si no hace reír, se tiene que ir.

Yo me fui pronto, pero alcancé a dejar testimonio fílmico de una pequeña rutina acerca de los vinos.

Oia! Esto es un blog de vinos, mirá que justo! Si gustan, pasen y vean. Dura 3 minutos y unas gotitas:

http://www.youtube.com/watch?v=eLTg_Wcq8ZU
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martes, 14 de julio de 2009

Cuidado con lo que toman.

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Hace un par de años, fui con mi bienamada a cenar a un restaurante
de Canning. Ni el mejor ni el peor: un lugar con buenas intenciones
salpimentado con buenos desaciertos.

No me acuerdo qué comíamos pero sí qué tomábamos: Trumpeter Reserve (blend tinto de cabernet, malbec & tempranillo de Bodega
La Rural).

En la mesa de atrás mío había, no sé… cuatro matrimonios serían.
Treinañero tardíos, cuarentones tempranos. Como nosotros.

Ellas, desde su “rincón de la mujer de hoy”, conversaban de vayasaberqué acompañadas, seguramente, por aguas exóticamente saborizadas. Ni con gas ni sin gas.

Todo bien con ellas. El tema era ellos.

Hablaban gritando, compitiendo para imponer sus tesis del macho argentino.

El mozo, al que manoseaban verbalmente, ganó el privilegio de ser llamado con su nombre de pila. Más que mozo era un amigo.
Gran amigo y mejor esclavo.

Se quejaban: que se ahogaban; que si prendemos el aire, que si abrimos una ventana.
Que el hielo se acabó, que la carne está cruda, que el pescado tiene gusto pescado.

Yo no los podía mirar, porque estaban a mis espaldas.
Pero podía representarme un cuadro de la edad media, de hombres rudos en la taberna regando sus gargantas con… con qué?
Para confirmar mis sospechas, pregunté discretamente:

- Amor… Qué están tomando?
- Coca Cola.


Y mis sospechas fueron confirmadas.

jueves, 9 de julio de 2009

Vino para los que no les gusta el vino.

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Es normal: No todo lo que en teoría es lindo nos gusta
desde la primera vez. Tal vez por eso muchos no toman vino.
Prueban, no les gusta, se pasan a la Mirinda.
Así que los voy a ayudar con un par de consejos para iniciarse
en el vino sin que duelan las papilas.

"Y para qué inciarme en algo que no me gusta?"
preguntarán con lógica.
"A cuenta de todo lo que descubrirás cuando te guste"
contestaré con mística.

Entonces:

- Elegí los blancos, que son menos conflictivos para un paladar enológicamente virgen
(de paso, el color también ayuda: es más inocente, más transparente, más... lindito:
el vino también es una experiencia visual!).

- Incluso, yendo más lejos en cuanto a lo visual: elegí una etiqueta que te guste por
su diseño. Por qué no? Uno ve una botella
de Santa Julia, Quara o Chakana y dice
"Uh, esto no debe estar nada mal..."
(No te avergüences; seguile el juego al marketing. Haceles creer que te la creés y verás que todo es mejor!).

- Los que no fallan, son los blancos dulces: los "tardío", "dulce natural",
o similarmente denominados. Productos nobles y ricos, capaces de replicar la experiencia de llevarse un chupetín "Pico Dulce" a la boca, cuando uno era niño y el mundo era perfecto.
También existen algunos exponentes tintos de estas variedades.

- Algo que bien podés hacer es cargar tu copa con un blanco o rosado
(con hielo, sí, por qué no) y luego agregarle un chorrito de licor
(de frutilla, de cassis, de melón, de durazno...).
Esto, además de darte un vino "a medida", tornará en un divertido
juego de creatividad, sabor y color.

- Si la cosa es nomás con un tinto, elegí uno joven (de cosecha reciente) y de cepas más "consagradas" (como el malbec) o "sabrosas" (como el merlot).

- Vino con soda: Te diría que no... Pero bueno: si lo necesitás, hacelo.
Con el compromiso de ir reduciendo en el mediano plazo la proporción de soda, hasta dejarla relegada únicamente al vermú del tío Atilio.

- Vino mezclado con gaseosa: Un delito federal castigado con durísimas penas. NO LO HAGAS.

Hasta aquí mis modestísimos consejitos, tomados de mis propias experiencias (algunas tempranas, algunas actuales). Espero que les sean de utilidad. Hasta el próximo post. Hasta el próximo vino.
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