En el segundo puesto:
Cena-inauguración de la terraza cheta con amenities (parrilla, cañas, ducha, sillones) de mi amigo Charly (hoy clausurada por la burocracia consorcista).
Llevé dos vinos: uno para tomar, y otro para que le quede. Al primero lo elegí con esmero y le puse un billete. Al segundo no le puse ni cuidado ni un peso:
lo manoteé de mi Bar, Restaurant & Disco. Un Terrazas Malbec, que no conocía ni pensaba conocer. No iba a ser un gilastrún más cayendo en la trampa marketinera de Chandon…
Pero, para regalar, cumplía.
Tomamos el vino-jamón-del-medio que, miren qué cosa, no recuerdo cuál fue.
Vino que, para cuando la velada terminaba, se había terminado.
Entonces miramos hacia el banco de suplentes: sale una botella de nosecuál, entra una de Terrazas.
Así nomás, sin elongar ni nada. A cumplir con una copa, en tiempo de descuento, antes de la despedida.
Ese día descubrí que Chandon, además de buen marketing de vinos, tiene buenos vinos. Y que una botella de Terrazas te puede retener una horita más en la ídem, aunque sea en medio de la semana y al otro día haya que ir a trabajar.
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Me parece que Chandon es muy buena bodega y hace cosas MUY ricas y gran variedad... El Champagne de la misma marca no me gusta tanto, me cae mal, pero el MERCIER, que es más barato, me sienta mucho mejor...
ResponderEliminarA pesar de que el champagne es un vino,
ResponderEliminara mí no me gusta.
Me gustaría que me guste (vaya si tiene glamour!)
pero me cae mal: me deja las neuronas KO desde el primer round.