miércoles, 26 de agosto de 2009

Qué onda el decanter?


Tengo uno. Un decanter que me regaló mi amigo FJD. Y lo uso. No siempre, pero lo uso.

El decanter sirve, básicamente para dos cosas: Para dejar la borra en la botella, al trasvasar el vino, y para oxigenarlo.

La primera de las funciones casi no se justifica. Es muy ocasional estar ante un vino que requiera separar el cuerpo del alma; y aun en ese caso basta servirlo con cuidado y listo: vino en las copas, sedimento en la botella.

La segunda ya tiene beneficios más ciertos: el vino necesita del contacto con el aire para "abrirse" y desplegar todas sus virtudes guardadas. Esto que parece wine-sarasa-sarasa-top, puedo certificar que es así, francamente se nota la diferencia.

El tema con el decanter es que nunca deja de lucir como algo anticuado: uno lo trae a la mesa y parece el Conde de Transilvania dispuesto a disfrutar un añejo merlot RH positivo.

Además, si no hay botella en la mesa, se está privando a los invitados de información básica: qué están tomando (y no alcanza con referirlo al principio: ¿no les pasa que cuando beben de una copa le pegan una miroteada a la etiqueta? Es casi instintivo!).

Por último, pienso que hay mucha dedicación de las bodegas en el diseño de sus botellas y etiquetas. Creo que no hay que menospreciarlas. Es más: forman parte del disfrute.

Así que, amiguitos... no sé. No tengo opinión definitiva acerca del decanter. A lo que se suma un eterno misterio que me hace fantasear con un simposio de enólogos, maestros cristaleros y amas de casa para resolverlo: ¿Cómo cornos se lava?

miércoles, 19 de agosto de 2009

Propuesta Hot: Vino Caliente!

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La única vez que había probado vino caliente fue en Austria. Ya sé: dan ganas de decir "peroandalareputaquetepariooó" y dar por terminada la lectura aquí mismo.

Déjenme aclarar: estuve un año como estudiante en un colegio lituano de Alemania (casi digo "Alemania Federal"; hubiera deschavado mi edad del hielo...).

Un recuerdo casi intrascendente. Ahora me doy cuenta que Madame Felicidad llamó a mi puerta y yo, que era un adolescente boludón, no sé... habré tenido los walkman puestos y no la atendí. Imagínense: invierno, noche, fiesta popular en las calles de Salzburg, vino caliente... y yo seguramente hubiera preferido un paquete de papa fritas con Koka-Kolen!

El caso es que hace un tiempito me crucé en internet con una receta para preparar este típico brebaje europeo (nórdico, para ser más precisos).
Me dieron ganas de conocer qué es lo que había tenido en mis manos.
Me dieron ganas de beberlo. Me dieron ganas de hacerlo.
Y lo hice, hace un par de meses, en casa con amigos.

Se me antojó un decreto: "El asunto se sirve y toma afuera. Quien quiere salir, que salga".
Salieron todos. Hacía un frío de esos que extraen lagrimillas de los ojos. Pero nunca olvidaré la sensación de aliento escarchado por fuera y lava ardiente y lujuriosa fluyendo por las venas.

No desesperéis, caros lectores, que hay para todos!

Aquí les paso las recetas. Porque en realidad son dos: Una standard y otra full-full maxiturbo. Yo preparé la full, pero ocurre que -como son tantos ingredientes- traiciona: uno nunca se decide a hacerlo. Antes que no-hacer el full, bien vale hacer el fácil, que no debe estar nada mal. Anoten (o impriman):


Glög (para 12 personas):

- 1 botella de vino tinto (de buen cuerpo).
- 1/2 bot. de vino blanco dulce (cosecha tardía).

- 1 vaso de vermouth dulce.
- 1 cucharada de bitter Angostura.
- 1 vaso de acquavit o ginebra.
- 100 g de pasas de uva.
- cáscara de una naranja.
- 10 g de cardamomo bien machacados.
- 2 clavos de olor.
- 2 ramas de canela.
- 1 cucharadita de jengibre en polvo.
- 200 g de azúcar.
- 200 g de almendras peladas.

Poner todos los ingredientes -excepto el alcohol blanco, el azúcar y las almendras- en una cacerola esmaltada. Mezclar bien y dejar por lo menos 12 horas para que los sabores confluyan entre sí. Colocar sobre fuego vivo, revolviendo con cuchara de madera hasta alcanzar el punto previo al hervor. Retirar y añadir el azúcar y las almendras. Al final incorporar el acquavit o la ginebra, Servir caliente (bueno... para eso lo hacíamos!).


Gluhwein (para dos personas):

- 1/2 botella de vino tinto.
- 2 clavos de oolor.
- 2 cáscaras de limón.
- 2 cucharadas de azúcar.
- 1 rama de canela.

Insertar los clavos de olor en las cáscaras de limón. Mezclar en el fuego con el azúcar y la canela hasta que el azúcar se derrita, revolviendo cada tanto con cuchara de madera. Añadir el vino y seguir revolviendo hasta el punto previo al hervor. Retirar del fuego, sacar la canela y la cáscara de limón y servir.


Volviendo a aquella fría noche en casa, les comento que, además de caliente, este vino resultó una experiencia increíble y exóticamente deliciosa. Nosotros éramos amigos de siempre reunidos para pasarla bien (cosa que cumplimos con creces). No querría conocer los efectos que esta pócima diabólica es capaz de producir en veladas con alguna intención non-sancta.

Bueno, sí. Querría.


miércoles, 12 de agosto de 2009

Ma qué birra ni champán: Pizza con Vino!

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Probaron acompañar la pizza con un buen vino? Les puedo asegurar que no hay nada mejor. Acá estamos muy acostumbrados al combo pizza+cerveza, pero... hagamos un ejercicio de libertad: si nos gusta la pizza (porque a todos nos gusta) y nos gusta el vino (por algo acá estamos)... deamoslé nomás!!

Yo hace varios años que disfruto este maridaje (palabreja de la cual aún no tengo una opinión formada; lo que indicaría que, en el fondo,
no me va). Y creo que es una de las combinaciones más acertadas.

Particularmente me gusta el tinto; pero pienso que bien acepta blancos y rosados. Además -entre nous- que haya pizza y uno pele copa de vino... queda muuuy snob.
O no?

Más allá de estas frívolas minucias, vean cómo cambia el cuadro:
de una muzzarella con cerveza a una pizza de hongos con Pinot Noir. Cuántos casilleros avanzamos?
Es otra cosa.

Y lo bueno, además, es que para tres porciones de pizza un argentino necesita dos tubos de birra, mientras que casi me atrevería a decir que una sola, discreta y cómplice copa de buen vino se las rebuscará para convertirse -ella solita- en la compañía perfecta.
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jueves, 6 de agosto de 2009

Leyendo a Brascó.

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Miguel Brascó –seguro que, al menos, les suena- es el referente número 1 del periodismo de vinos en la Argentina.

Tiene o tuvo programas en cable que no vi. Y sacó algunos libros (incluso no-de-vinos) que aún no leí. Pero hace rato lo conozco porque siempre me cruzo con artículos de su autoría en infinidad de publicaciones de vinos, de gastronomía y hasta de interés general.

El otro día me acercaron una guía de vinos argentinos donde comprobé que los autores copiaban su estilo. Y eso, la verdad, me indignó. Me molestó mucho, porque… YO quería copiarlo!

Brascó debe saber de vinos. Debe saber de la vida. Pero lo que está clarísimo para mí es que sabe escribir muy bien. Mejor aún: muy lindo. Porque es sumamente original y entretenido.
Va un ejemplo, para que sepan de qué estoy hablando:

En su Guía de Vinos (en co-autoría con Fabricio Portelli) dice del cabernet sauvignon de Finca La Anita: “...un tinto para tomar en el momento y el lugar en que todos están serios, las señoras están serias, los varones nacionales están serios, nadie toca a ninguna por debajo de la mesa…”

Se dan cuenta? Está calificando un vino! (y de hecho, el puntaje que le otorga es sobresaliente).
Pero en lugar de decir que es un vino tradicional, para disfrutar los atributos de esa clásica variedad de manera casi introspectiva… dice lo que dice!

La palabra “maestro” está muy bastardeada. Si yo le digo “Maestro!” a Brascó, tal vez suene casi berreta. Posiblemente él prefiera saber (o mejor aún, no saber) que el no es mi maestro, sino que hace rato estoy siendo su alumno...

Para finalizar: la guía la recomiendo desde todo punto de vista. En mi mesita de luz descansa un ejemplar y todas las noches leo un par de versículos.

Maximizando a Brascó.


Ya que hablábamos de este muchacho, Brascó: el otro día, webeando por Internet, encontré sus “10 máximas” sobre el vino. Al igual que los buenos vinos, qué mejor que compartirlas:

1- “Para tomar vino no hay que saber nada.”

2- “No te dejes impresionar por lo que dice la gente acerca del vino. Nadie sabe nada.”

3- “El mejor vino es el que a ti te gusta.”

4- “El vino no se habla, el vino se toma.
Es un elemento de la mesa, no para degustar.”

5- “El vino en la comida mejora el placer del comer.”

6- “Ni el vino tiene que ser más fuerte que el plato, ni el plato tiene que ser más fuerte que el vino.”

7- “Hay que probar varios vinos, para irse formando una experiencia. Escoge uno y prueba todas sus versiones para comparar.”

8- “Si sabes comer, sabes cocinar, entonces por naturaleza buscarás el vino adecuado.”

9- “El vino te levanta la vida.”

10- “No hay vinos, hay botellas. No hay botellas, hay copas.
No hay copas, hay situaciones. No hay situaciones… hay compañías.”