
El decanter sirve, básicamente para dos cosas: Para dejar la borra en la botella, al trasvasar el vino, y para oxigenarlo.
La primera de las funciones casi no se justifica. Es muy ocasional estar ante un vino que requiera separar el cuerpo del alma; y aun en ese caso basta servirlo con cuidado y listo: vino en las copas, sedimento en la botella.
La segunda ya tiene beneficios más ciertos: el vino necesita del contacto con el aire para "abrirse" y desplegar todas sus virtudes guardadas. Esto que parece wine-sarasa-sarasa-top, puedo certificar que es así, francamente se nota la diferencia.
El tema con el decanter es que nunca deja de lucir como algo anticuado: uno lo trae a la mesa y parece el Conde de Transilvania dispuesto a disfrutar un añejo merlot RH positivo.
Además, si no hay botella en la mesa, se está privando a los invitados de información básica: qué están tomando (y no alcanza con referirlo al principio: ¿no les pasa que cuando beben de una copa le pegan una miroteada a la etiqueta? Es casi instintivo!).
Por último, pienso que hay mucha dedicación de las bodegas en el diseño de sus botellas y etiquetas. Creo que no hay que menospreciarlas. Es más: forman parte del disfrute.
Así que, amiguitos... no sé. No tengo opinión definitiva acerca del decanter. A lo que se suma un eterno misterio que me hace fantasear con un simposio de enólogos, maestros cristaleros y amas de casa para resolverlo: ¿Cómo cornos se lava?
