
Hasta ahora, decía (digo) que no tomo blancos ni rosados porque no me gustan y me caen mal.
En realidad, creo que tras esta postura defensiva escondo otra más desafiante: "no tomo blancos ni rosados porque eso es de niñas y yo soy bien varón y juego a la pelota y tomo sólo tinto".
En realidad, creo que tras esta postura defensiva escondo otra más desafiante: "no tomo blancos ni rosados porque eso es de niñas y yo soy bien varón y juego a la pelota y tomo sólo tinto".
Esto que voy a decir, tiene un único destinatario
(yo mismo):
Dani, ha llegado la hora de abrir la cabeza.
Y las papilas.
De abandonar prejuicios, trabajar sensaciones menos conocidas y explorar esa otra parte del mundo (vínico) que te estás perdiendo.
Porque seguramente te estás perdiendo algo.
Está bien que en invierno "no llama" tanto.
Pero justamente: esta semana empezó la primavera.
Buen momento para cambiar.
Empezaré a probar más blancos & rosados. Aunque francamente me gusten más los tintos.

Y qué?
Muchas cosas alguna vez no me gustaron: el jamón crudo (muy salado), el mate amargo (muy amargo), las aceitunas (muy... aceitunas). Y ahora me gustan.
Así que dejaré de discriminarlos.
Como el verano pasado, que tomé Quara Torrontés y Mounier Rosado (qué cosa: ambos salteños!) y estaban buenos... sí, sí.
Estaban buenos. Claro que sí; cómo no.
Desde ya, acepto sugerencias, recomendaciones, consejos. Muchas gracias.
/